jueves, 29 de diciembre de 2011

Segundo Congreso Mundial de la Divina Misericordia en Polonia…

Con gran alegría recogimos todas las bendiciones que nuestros hermanos de comunidad nos hicieron llegar de Polonia y toda la información acerca de lo que aconteció en el II Congreso Mundial de la Divina Misericordia que se realizó del 1 al 5 de octubre.



Una representación de la Casa de la Misericordia se hizo presente, 40 peregrinos de Colombia, junto a devotos de la Divina Misericordia de todo el mundo en el Santuario en Cracovia donde Santa Faustina paso sus últimos años.


Nuestro fundador y la delegacion de Colombia con el Cardenal Shonborn, Arzobispo de Viena


Damos gracias a Dios por darle la oportunidad a nuestro fundador Juan Carlos Saucedo de participar y a toda la delegación que partió de Colombia a este gran evento cuyo tema central fue: “La misericordia, fuente de esperanza”; y en el que se recordó también de manera especial al beato Juan Pablo II justo cuando se dio la apertura al Congreso y el cardenal Dziwisz dijo: invito a dirigir la mirada a “un apóstol especialmente digno de la Divina Misericordia, el beato Juan Pablo II”.



Martha de Reyes y Yadira Hernandez con el padre Patrice Chocholki



Regalos y grandes retos nos deja el II Congreso para nuestra obra y para todos los que hemos asumido como un estilo de vida el camino de la Misericordia:

• Reconocer que existe el Amor misericordioso y encontrar este Amor que se expresa con una fuerza particular frente a los pecadores y a los seres que sufren.

• Reforzarnos con el regalo del Espíritu Santo que cura las cicatrices de los corazones, derrumba los muros que nos separan de Dios y de nosotros mismos.

• Actualizar lo que Jesús misericordioso, el Cristo Redentor de la humanidad, propuso a través de Santa Faustina; la tarea de "hablar al mundo entero de la inconcebible Misericordia Mía. Porque la humanidad no tendrá reposo hasta que no recurra a mi fuente de Misericordia" (DSF 699)

• Experimentar lo que significa "sacar la esperanza desde su fuente", para compartirla con el resto del mundo.

• Pedir la ayuda de María, la Madre de la Misericordia, Santa Faustina, y el beato Juan Pablo II que adoran, con todos los amigos de Dios, su infinita Misericordia.

• Con Juan Pablo II confiar a la Divina Misericordia el mundo entero para que se revele otra vez la fuerza del Amor misericordioso de Dios en nuestra historia.

También un gran compromiso de ir hacia los nuevos caminos de la Misericordia que nos ponen al servicio de los hombres, lo cual implica:

• Un testimonio de vida cristiana llena de misericordia.

• Fortalecer los actos de amor activo hacia el prójimo, de las palabras y de la oración.

• Llevar a término lo que JPII nos recordó que tenemos que hacer con esta nueva concepción de la misericordia, cuya manifestación no es solo la eficacia de la ayuda, sino la capacidad de estar cerca del hombre que sufre.

• Acrecentar la tarea de proclamar el mensaje de la misericordia y de la conquista de los corazones para Dios, según nos dijo Jesús: "Id al mundo entero y anunciad la Misericordia" (Marcos 16,15), esto es, propagar el Evangelio de la Misericordia.



El padre Ricardo Giraldo como siempre estuvo muy pendiente de todo lo que aconteció en Polonia y realizo sus crónicas desde Colombia en las que concluye:

El Segundo Congreso de la Divina Misericordia termina en Cracovia con un recuerdo litúrgico de Santa Faustina en el día de su fiesta. Junto a ella intentamos entender el sentido de nuestra misión y conocer las maneras de realizarla. Una de las características de la espiritualidad de Santa Faustina es la adoración a Dios en la Iglesia. Ella decía que quería ser útil a toda la Iglesia. Apreciaba esta gracia en su vida. Dice en su Diario: “Iglesia de Dios, tú eres la mejor Madre, sólo tú sabes educar y hacer crecer el alma. ¡Cuánto amor y cuanta veneración tengo por la Iglesia, la mejor de las madres!” (Diario, 197).

Junto a la mística de Cracovia es más fácil reconocer y formular el objetivo de nuestra misión. Ella lo veía de una manera simple y al mismo tiempo muy categórica: ¡Cuánto amo a la Iglesia y a todos los que viven en ella… Me inflamo de amor con los que aman, sufro con los que sufren, el dolor me consume mirando a los tibios y a los ingratos. Entonces procuro una amor tan grande hacia Dios que lo compense por aquellos que no lo aman, que corresponden a su Salvador con una ingratitud” (Diario, 481). Este es el ideal que se nos propone al acabar el Congreso: ser fieles a Dios.

La Misa de clausura la presidio el Cardenal Schönborn. La homilía la ha predicado el Cardenal Péter Erdó de Hungría, que nos ha hablado de la necesidad de ser misericordiosos. No basta decir que Dios es bueno, también nosotros hemos de vivir la misericordia en todas sus facetas: espirituales y materiales. Esta es la misión del Apóstol de la Divina Misericordia.

Felices pero con un gran compromiso para todos los que estamos fortaleciendo nuestro caminito de la Misericordia en esta tarea de la Misión Continental como Apóstoles de la Divina Misericordia que con nuestro testimonio, servicio y entrega generosa seamos capaces de poder ofrecer de forma totalmente gratuita a quienes nos rodean.

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